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Esta semana, “La cosa está así” hace las maletas rumbo a la India. Septimo país más extenso del globo y el segundo más poblado, la India es uno de los territorios que encarnan más riqueza cultural, mestizaje y tradición de todo el planeta.
Este país está constituido como una república soberana socialista, secular y democrática. Su forma de Gobierno ha tendido al federalismo durante los últimos 20años y como curiosidad, el poder legislativo cuenta con un órgano especial con la competencia exclusiva de legislar sobre los derechos humanos.
En las últimas dos décadas, el PIB de la India ha experimentado un crecimiento del 5,8%. A pesar de estos datos generales, la realidad es que más del 42% de la población vive por debajo del índice mundial de la pobreza y el 46% de los niños menores de tres años, están malnutridos.
En cuanto a la sociedad India, bien sabido es por todos la existencia de la estratificación por castas. Este sistema está establecido de forma prescriptiva y tradicional por el hinduismo. Son cuatro las castas principales:
·         brahmanes o sacerdotes
·         chatrías o guerreros
·         vaishias o comerciantes, artesanos y campesinos
·         shudrás o esclavos (trabajadores y siervos).
·         Por último se encuentran los sin casta, intocables o parias, expulsados del sistema.
El sistema de castas fue abolido en los años 50 del siglo pasado, pero en la práctica, sigue vigente. Las clases altas económicas, consideran a las clases bajas como una casta inferior. Un ejemplo de esto son los matrimonios entre castas, que aunque legales, no están reconocidos socialmente.
A raíz de esto, encontramos sentido al tema que nos atañe y es que en este programa dejamos a un lado los machismos estereotipados, el deber ser de la mujer y su rol. Aquí el machismo es otro hilo que teje el entramado de una sociedad que no eufemiza sus diferencias sociales.
El tema del machismo, en la India, no diferencia entre hombre y mujer, entre quien trabaja y quien limpia. No. Aquí el sesgo viene dado entre persona y no persona y las mujeres, en India, son directamente invisibles.
Y es que resulta de lo más normal encontrarse a un hombre cocinero o haciendo las tareas del hogar, como decíamos antes el problema machista aquí no radica en el tema del rol. Aunque una mujer gane dinero, su vida y su integridad valdrán menos que la de una vaca.

Llama la atención, que aunque la tendencia natural global es que el porcentaje total en la población de mujeres supere al de hombres, en la India (con mil millones de habitantes) esta tendencia se haya invertida, como se observa en los censos que contabilizan un total de 933 mujeres por cada mil hombres.
¿A que se debe esta contradicción natural?
Es probable que la discriminación que sufren mujeres y niñas, llegue a afectar a su propia supervivencia.
El aborto en la India es libre (dada su elevada población es necesario controlar la demografía) y es muy posible que si el feto es una niña, no llegue a nacer.
En este caso, ocurre algo similar a lo que ocurre en China; las mujeres suponen un lastre para la familia. Una niña, en la familia es la mayor causa del empobrecimiento familiar, cuando se case, habrá que pagar una elevada dote por su boda y aunque su educación resulte más barata, solo se consolidará el estatus de la familia si nace un varón, que además será el que pueda encargarse de los ritos funerarios de los padres.
Para frenar este infanticidio femenino, en 1996 se estableció una ley que prohibía las pruebas para determinar el sexo del bebé antes del parto, aun así, su cumplimiento es casi nulo.
Esta discriminación, legitimada históricamente convierte a la mujer en un ente totalmente dependiente del varón, cuya vida en caso de insumisión, corre peligro.
Ejemplo de esto es el caso de que la familia del marido requiera a la de la esposa una dote extra durante el matrimonio para sufragar algún gasto imprevisto, si la familia de ella no pueden hacer frente a dicho coste, la novia, la cual ha sido obligada a casarse con un hombre que ni conocía antes de la boda, puede ser asesinada por la familia de el, quedando este libre para contraer matrimonio otra vez y así percibir el dinero que habían requerido a la anterior.
Mera moneda de cambio y a sabiendas de esto, resulta interesante reflexionar sobre el daño psicológico irreparable que sufren las mujeres de esta sociedad. Naciendo domesticadas, subyugadas a un hombre(padre, esposo, hermanos o hijos) y sin posibilidad de acceso a la libertad, ni de decisión ni de cualquier otro tipo. Despojadas de cualquier posibilidad de desarrollo personal, el drama de estas personas radica de su género. Es su destino, y por el hecho de pertenecer al femenino, ya está escrito.
Esto es así hasta el punto de que la prostitución está aceptada religiosa y moralmente, y aunque sea ilegal, más de diez millones de mujeres indias, entre ellas unas 500.000 niñas, sobre todo de la casta inferior, son victimas de esta práctica. Aunque las castas superiores no puedan tocar a alguien de la inferior, si que pueden requerir sus servicios sexuales y estas, no pueden negarlos.
El pasado Enero de este mismo año llamaba la atención el caso de la violación en grupo de una joven universitaria en Nueva Delhi, esto no saldría de la tónica general del país si no fuera porque a raíz de este hecho se produjeron una serie de protestas que llevaron a las autoridades a tratar el tema de la violencia de género como un fenómeno social.
Tanto fue así que a los pocos días en el estado de Bengala occidental, se creó un tribunal dedicado exclusivamente a juzgar delitos relacionados con la violencia machista. El tribunal, formado en su totalidad por mujeres se encarga de que no queden impunes esta clase de delitos como ocurre en la mayoría de los casos.
Desgraciadamente el camino para el país asiático en el tema de género es largo, y la tradición religiosa y los usos sociales suponen un obsta que ni la legalidad puede sortear.

Es una lástima la funesta situación de estos países y lo enquistado que está el machismo. Merece la pena recordar a todas las asociaciones que se dejan la piel intentando que esto cambie.

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